Mateo 6:32-33

Mateo 6:32-33

miércoles, 10 de diciembre de 2014

No Conozco Nada Del Amor Del Calvario

No Conozco Nada Del Amor Del Calvario
   Por Amy Carmichael

    «Para que habite Cristo por medio de la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados...en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que sobrepasa a todo conocimiento, para que seáis llenados hasta toda la plenitud de Dios» (Ef. 3:17-19). Estas palabras son demasiado excelsas para nosotros. ¿Qué conocemos del amor del Calvario?
    Si puedo criticar fácilmente los defectos y pecados de cualquier persona; si puedo hablar con ligereza incluso de las faltas de un niño, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si puedo disfrutar un chiste que se hace a expensas de otro; si puedo, en cualquier forma, despreciar a alguien en una conversación, o aun en mi pensamiento, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si puedo decir una palabra áspera o tener un pensamiento cruel, sin sentir dolor ni vergüenza, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si le echo en cara a alguien un pecado del cual se arrepintió, que ya confesó y abandonó, y permito que el recuerdo de aquel pecado ocupe mi mente y alimente mis sospechas, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si no tengo la paciencia de mi Salvador con las almas que crecen lentamente; si casi no conozco lo que es sufrir los agudos dolores de parto, hasta que Cristo sea completamente formado en ellas, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
Miedoso de decir la verdad
    Si temo decir la verdad por miedo de perder el cariño de alguien, o porque podría creer que yo no entiendo y que estoy equivocado, o porque puede estropear mi reputación de persona amable; si mi buen nombre está antes que el máximo bienestar del otro, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si me contento con curar una herida a la ligera, diciendo: paz, paz, donde no hay paz; si olvido las conmovedoras palabras: El amor sea sin fingimiento,y le quito el filo a la verdad por hablar con lisonjas, y no con rectitud, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si me aferro a una opción, cualquiera que sea, sólo porque es la que a mí me gusta; si le doy cabida a mis gustos y aversiones personales, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si antepongo mi propia felicidad al bienestar del trabajo que se me ha encomendado; si desmayo, aunque tenga este ministerio y haya recibido mucha misericordia, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si soy blando conmigo y me deslizo cómodamente dentro del vicio de la autocompasión; si yo, por la gracia de Dios, no practico la firmeza, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si no cierro la puerta en el instante en que me doy cuenta de que la sombra del yo está cruzando el umbral; y si no mantengo esa puerta cerrada mediante el poder de Aquel que produce en nosotros así el querer como el hacer, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si me siento ofendido con facilidad; si me siento conforme cuando persisto en mantener una relación fría y distante, aunque sea posible entablar una amistad, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si algo que me cae por sorpresa puede lograr que yo responda con una palabra intolerante y sin amor, entonces no conozco nada del amor del Calvario. Una copa llena de agua dulce no puede derramar ni una sola gota de agua amarga, aunque la sacudan de repente.
    Si me resiento con aquellos que, según mi parecer, me censuran injustamente, olvidando que si me conocieran tanto como yo, me censurarían mucho más, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si digo: «Sí, perdono, pero no puedo olvidar»; como si el Dios que limpia dos veces al día toda la arena de todas las playas del mundo, no pudiera llevarse esos recuerdos de mi mente, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si a mi lado puede haber almas sufriendo y yo difícilmente lo noto, porque el espíritu de discernimiento no está en mí, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si me reservo algo en mi entrega a Aquel que tuvo tanto amor, que dio a quien más amaba, por mí; si en mi oración existe algún «pero» secreto, o un «cualquier cosa menos eso, Señor», entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si me enredo en cualquier pasión desordenada; si hay cosas, lugares o personas que impiden mi obediencia al Señor, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si la alabanza del hombre me enaltece y sus acusaciones me deprimen; si no puedo permanecer tranquilo sin defenderme, cuando estoy involucrado en un malentendido; si amo ser amado, más que amar, y ser servido, más que servir, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si no me olvido de algo tan trivial como los logros personales, para que la idea de que yo tenga éxito nunca cruce por mi mente, o si lo hace, nunca le dé cabida ni por un instante; si la copa de la adulación espiritual me sabe dulce, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si evito ser «arado», con todo lo que esto implica: una manipulación brusca, situaciones desagradables, aislamiento, pruebas extrañas, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si me niego a ser un grano de trigo que cae en la tierra y muere, o sea que «es separado de todo aquello en lo que vivía antes», entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si pido ser librado de la prueba en lugar de pedir liberación por medio de ella, para la alabanza y la gloria de Dios; si olvido que el camino de la cruz me lleva a la cruz y no a un jardín florido; si regulo mi vida, o mi pensamiento, con base en estas pautas, incluso sin darme cuenta, y por eso me sorprende y me extraña que el camino sea escabroso, a pesar de que la Palabra dice: «No os sorprendáis...Tened por sumo gozo» (1 Pe. 4:12; Stg. 1:2-4), entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si no pueden pedir de mí lo máximo, mi mayor esfuerzo; si mis compañeros vacilan en pedírmelo, y acuden a otros, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Si ambiciono algún lugar en la tierra distinto al suelo polvoriento en la base de la Cruz, entonces no conozco nada del amor del Calvario.
    Aquello que no conozco, ¡enséñamelo, oh Señor, mi Dios!

    
Extraído del libro Si yo...por Amy Carmichael.

Fuente: Aquí.

martes, 9 de diciembre de 2014

Tener a Cristo es Tener Vida


Meditación: Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.” (1Juan 5:11,12)
El testimonio: Qué está diciendo Dios en la Biblia? En un sentido, la suma de todo lo que Dios esta diciendo al hombre por medio de la palabra escrita es eso -- la vida eterna está disponible como un don de Dios.
Vida: La vida está mas allá de la explicación humana y del poder -- vida vegetal, vida animal, vida física. Y la vida es tan esencial. Podemos tener comida, dinero, casa, ropas, fama, pero si no tenemos "vida", qué so esas cosas para una momia seca? Cuánto mayor es entonces nuestra necesidad de vida espiritual? Sin ella, el fin es el infierno -- la Biblia lo llama la "Segunda muerte."Así que, dónde está la pastilla, el plan, el poder, que me dará vida eterna?
La Vida Está En El Hijo: La vida no puede ser descrita, definida o duplicada. la razón? Es un producto sobrenatural del Hijo de Dios. La búsqueda universal continúa, pero la vida eterna no puede ser hallada excepto en Cristo.
Tener al Hijo: Dios ha organizado las cosas de forma tal que -- sea el Cristiano o el no-Cristiano -- todo lo que uno puede realmente "tener"es Cristo. Todo lo demás es temporal, y realmente no podemos "tenerlo". Con todas las oportunidades para adquirir, conseguir, comprar, y poseer, debemos asegurarnos de que tenemos a Cristo. Sólo hay dos categorías de humanidad -- aquellos que tienen y aquellos que no tienen. las mases de humanidad no tienen a Cristo. La Biblia enseña la necesidad de un nuevo nacimiento, una invasión milagrosa de Cristo en mi corazón. Si tenemos al Hijo de Dios, lo tenemos todo a fin de cuentas.
~ Bob Jennings

miércoles, 12 de noviembre de 2014

El sermón más viejo de todos

                         

                             El sermón más viejo de todos

                                                               Por Enrique Oriolo 
El hombre sabio lee el libro del mundo y el libro de la Palabra como dos volúmenes de la misma obra y piensa respecto a ellos: «Mi Padre escribió los dos»”, Charles Haddon Spurgeon.

Dios ha sido el creador de todo cuanto existe. Así como al ver una pintura tenemos implícitamente en ella la existencia de un pintor, de la misma manera, Dios nos ha dejado un lienzo extendido de horizonte a horizonte que anuncia a cada instante su existencia y su deidad.
Es un testimonio a toda lengua y nación, porque no tiene un lenguaje asociado, y a la vez nos narra la historia de la creación. Cuando el día comienza, la luz del sol ilumina todo lo creado desde praderas, montañas, cascadas y hermosos valles hasta las aves que surcan el aire en las alturas. Y una suave transición, cuando el día se va y la noche despierta el brillo de las estrellas distantes comienza su sinfonía silenciosa.
Dios ha dejado un mensaje revelado en la creación. Esto se conoce como: Revelación general.
Este mensaje pone a todos los hombres en la misma condición pecaminosa ante Dios, ¿En qué sentido? En que nadie tiene excusa de saberse ignorante de su existencia:
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad. Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa. Romanos 1:18-20.
La Biblia muestra al hombre que niega la existencia de Dios cómo un neciosin vueltas, sin exagerar. (Salmos 14:1)
¿Alguna vez perdiste algo y lo buscaste por horas para darte cuenta que estaba enfrente tuyo? Uno se golpea la frente con la palma de la mano y dice: “¡que tonto fuí!”. El hombre necio ve todo el tiempo la creación de Dios, “oye” a cada instante de su vida el sermón mudo de todo lo creado y en su dureza sigue diciendo: “No hay Dios”. Y así cómo el no creer en la ley de la gravedad no te exime de estar sujeto a ella, así mismo, el no creer en la existencia de Dios no te hace libre de Él. Dios es justo y dará el pago en retribución por el pecado (Éxodo 34:7). Estamos todos en la misma condición de culpables ante Dios por causa del sermón que no se detiene: La revelación general. ¿Pero es suficiente? ¿puede salvarme el reconocer que existe Dios como creador?
La respuesta es: no. No puede salvarme el simple hecho de creer en Dios, de afirmar su existencia. La Biblia dice que “también los demonios creen, y tiemblan.” (Santiago 2:19). Necesitamos más que la revelación general para ser salvos, necesitamos una revelación especial. Y gloria a Dios que la hay: La Biblia.
El salmo 19 no nos deja simplemente con el sermón de la creación, sino que lo completa con el sermón de las Escrituras, ellas nos revelan el plan de Dios en cuanto a la salvación del hombre. El versículo 7 dice: “La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma”, es la ley del Señor, el consejo del Señor, la que puede producir en nosotros la sanación de nuestras almas pecadoras. La Reina Valera 1960 lo traduce como: “que convierte el alma”, no hay otra cosa que pueda producir en nosotros la obra maravillosa de la salvación sino es la revelación especial del evangelio.
Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. (Hebreos 1:1-2)
 
Unos versículos antes de hablar de la revelación general en el primer capítulo de Romanos tenemos una breve definición pero sustancial de lo que es el evangelio en las palabras del Apóstol Pablo:
 
Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del Judío primeramente y también del Griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. (Romanos 1:16-17)
 
El poder de Dios para salvarnos no radica en lo que conocemos acerca de Él al ver la creación sino en el mensaje del evangelio:
 
Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo (el Mesías) murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; que se apareció a Cefas (Pedro) y después a los doce. (1 Corintios 15:3)
 
Esto es necesario creer para ser salvos: primeramente, que somos pecadores, al no dar gloria ni gracias al Dios que nos creó sino que por mucho tiempo en nuestro pecado estuvimos ocultando esa realidad, pero al vernos tal cómo somos ante Dios por medio de su revelación especial reconocemos nuestra necesidad de ser salvados de tal condición nefasta que solo nos llevará al castigo eterno y justo por nuestro pecado;segundo, que Dios proveyó un camino de salvación para librarnos de su ira justa por el pecado, y ese camino es la muerte sustitutoria de Jesucristo en la cruz, muriendo por nosotros, para pagar la paga de nuestro pecado (Romanos 5:6); tercero, que si yo pongo mi fe y confianza en ese sacrificio sustitutorio y redentor, arrepintiéndome de mi vida de pecado, es suficiente ante Dios para saldar mi deuda, limpiarme de toda maldad, y darme vida eterna por medio de su Hijo.
El sermón general de la creación debe venir acompañado del sermón especial de las Escrituras, sin ellas -cómo le dijo Pablo a su hijo Timoteo- no podemos ser sabios para la salvación que es en Cristo Jesús:
Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (apto), equipado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:15-17)

Fuente: http://sdejesucristo.org/el-sermon-mas-viejo-de-todos-enrique-oriolo/

lunes, 29 de septiembre de 2014

Para ser un Eliseo hay que servir a un Elías


“Después se levantó y fue tras Elías, y le servía”, 1 Reyes 19:21b
Hay un mal común de mi generación. Lo digo con vergüenza. Cada vez son más los hombres, sobre todo jóvenes (aunque también los hay ‘’adultoscentes’’), que se consideran expertos teológicos por ser fans virtuales de grandes teólogos, y tienen la cabeza bien inflada, pero que realmente no están dando frutos en la iglesia local. Tienen esa tendencia a criticar lo que pastores mayores en su localidad hacen o dejan de hacer, pero no entienden lo que una generación anterior a la nuestra oró e hizo barbecho, muchos a costo de sus vidas, para que hoy podamos tener en muchos lugares la libertad de predicar el verdadero evangelio. 
Esta es la realidad: todos quieren ser un Eliseo, pero nadie quiere servir a Elías.
Es siempre más fácil quejarse y amargarse contra tu pastor porque no es, no luce, no predica o no tiene los seguidores que tienen los ‘’grandes nombres del evangelio’’, que humillarse y servir y dar mucho fruto para gloria de Dios (Jn. 15:8), amándole y sirviendo a Su pueblo en el lugar en donde Dios te tiene.
Con este escrito quiero hacer 3 llamados:

1. Un llamado a la honra y la humildad

En vez de callar a los jóvenes, quiero llamarlos a honrar a los que fueron antes que nosotros.
Es una invitación a nuestra generación a ser más que solo expertos en temas teológicos. Si todo lo que sabes o escuchas en la red no produce un fruto para la gloria de Cristo, resulta ser más disfuncionalYa no es solo ignorancia, sino arrogancia. Siendo honestos, si sus pastores fueran uno de estos predicadores famosos, probablemente ni siquiera los considerarían para el ministerio, debido a la necesidad de que la humildad caracterice al hombre de Dios (Mt. 11:291 Ti. 2:24).

2. Un llamado a la obediencia real, no virtual

Virtual es por definición algo que tiene existencia aparente; opuesto a lo real o físico.
Lamentablemente, muchos son culpables de en apariencia ser súper piadosos, conocedores de Dios, y puedes leer lo que publican en redes sociales o escuchar sus frases, pero en realidad eso que saben no hace nada en su vida. Y es precisamente de esos hombres que advierte Pablo a Timoteo:
 “Teniendo apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder; a los tales evita”,2 Timoteo 3:5.
Puedes tener toda la apariencia de piedad, y tus publicaciones tener cientos de ‘’likes’’ en Facebook, o Retuits en Twitter, pero si en lo privado la Palabra que lees o escuchas no deriva en obediencia, es decir, no tiene efecto real en tu diario andar… pues Pablo quisiera que Timoteo se aleje de ti.  

3. Un llamado al servicio amoroso a Dios y a su pueblo

Debido a todo lo que se puede escuchar en internet, muchos "Eliseos"  de hoy se hacen "catadores" en vez de siervos.
El que de Piper y Keller oigas todas sus prédicas,
de nada sirve si a tu vida real no lo aplicas.
El que de Matt Chandler seas experto,
Sirve de poco si al final estás muerto.
Mi principal anhelo es que Dios pueda despertar y hacer que los hombres levanten sus cabezas de sus pantallas y vean que la mies es mucha y los fans son muchos, pero los obreros pocos.

Nota de balance

No estoy diciendo que acudir a recursos en internet o libros, sea malo. Por el contrario, soy partidario de usar todos los recursos que Dios ha permitido que existan para Su gloria y dar a conocer Su evangelio. También sé de la tremenda bendición que eso significa, sobre todo a personas en comunidades en donde tristemente aún no hay una iglesia local sana. Si ese es tu caso, agradezco a Dios tremendamente por recursos como esta página y la gran labor que hacen no solo los editores, sino cada siervo que se suma a este esfuerzo en Cristo para publicar más y más recursos que puedan servir en el propósito de que Dios sea más glorificado en cada lector.
Sin embargo, en mi iglesia, y sé que en muchas iglesias de los contribuyentes de Coalición por el Evangelio, hacemos un énfasis en que tu tiempo en línea con nosotros jamás suple tu tiempo de devoción en la Palabra en lo privado, y el tiempo de discipulado, servicio y fruto para gloria de Dios en tu iglesia local. Esta es una advertencia de que si pasas más tiempo en internet derivando tu teología que en la vida real aplicándola, estas en un carril muy peligroso para ti, los tuyos y tu iglesia local.
Amado hermano, en cuanto termines de leer esto, alza tu rostro y ve a los miles de Dominicanos, Mexicanos, Colombianos, hombres y mujeres hispanos de la cuidad en la que estás que necesitan ver cristianos reales, no leer ‘’re-publicaciones’’ de otros. Necesitan que alguien les sirva y modele el amor de Jesús, no solo que les mandes por inbox tu prédica favorita o que crees que necesitan.
La Biblia registra que Eliseo fue usado por Dios para cosas espectaculares, pero no olvides: ¡él sirvió a un Elías! ¿A quién sirves tú? No me des tu respuesta de escuela dominical (“¡a Dios!”). Eliseo sirvió a Dios mucho más que nosotros, y aun así sirvió a otro. Yo también soy un aspirante a Eliseo, a quien Dios ha bendecido con tremendos Elías (gracias Jaime Foote y Luis Méndez).
Si en unas semanas tu pastor, tu familia o tus amigos cercanos pueden ver más a Cristo en tu vida real, entonces no habrás desperdiciado este tiempo, ni yo estás 1000 palabras.

Fuente: http://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/para-ser-un-elias-hay-que-servir-a-un-eliseo1

jueves, 21 de agosto de 2014

Modestia es mas que Vestimenta

Mucho escuchamos hablar sobre el problema de la modestia en la mujeres hoy día, y este problema es real. Estamos rodeados de sensualidad en múltiples formas, y lamentablemente esto afecta a la mujer cristiana.
Si alguien te dijera: "Como mujer debes procurar la modestia", probablemente tu mente interpretará: "Debo vestirme decentemente". Pero, ¿qué tal si la modestia va más allá de la ropa que usamos? ¿Qué tal si te dijera que una mujer puede estar vestida totalmente decente y comportarse de una manera inmodesta? La razón de esto es que la modestia es un asunto del corazón.
Una mujer puede estar vestida totalmente decente y comportarse de una manera inmodesta

El origen de todo pecado

Muchas mujeres encuentran su valor en ser atractivas, en llamar la atención, en ser elogiadas, y se muestran a sí mismas en maneras que atraen a los hombres en forma sexual.
Como creyentes tenemos un llamado diferente:
"Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios", 1 Pedro 3:3-4.
Podemos notar algo importante en el pasaje anterior. El apóstol Pedro nos exhorta a que nuestro adorno sea aquello que sale de nuestro corazón. El problema en la falta de modestia no es primordialmente un problema del guardaropa: es un problema del corazón.
Marcos 7:21 nos enseña:
"Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre".
¿Notaste la palabra sensualidad en este versículo? Mi corazón es la fuente de cada pecado, incluyendo la falta de modestia.
Mi corazón es la fuente de cada pecado, incluyendo la falta de modestia.
Ahora bien, la condición de mi corazón será reflejada externamente de una manera u otra, y con asuntos de modestia hay varias áreas a tomar en cuenta:

Tu manera de vestir

La modestia es más que vestimenta, pero no menos.
Pareciera como si el lema de muchas mujeres hoy en día fuera, "Mientras menos tela mucho mejor"; "Mientras más enseñe más llamo la atención"; "Lo que no se enseña no se vende". Es triste ver cómo muchas creyentes han caído en esta manera de pensar.
Nuestro llamado como hijas de Dios es glorificarle en todo lo que hagamos (1 Co. 10:31), y esto incluye nuestra vestimenta. Debemos procurar que nuestra manera de vestir no sea provocativa y sensual. Si somos honestas, en muchos de los casos estamos conscientes de cuándo estamos vistiéndonos de una manera inapropiada.
Examina tu corazón, examina tu vestimenta, y procura honrar a Dios y respetar a tus hermanos a través de ella.

Tu manera de hablar

Otra de las formas en las que podemos evidenciar falta de modestia en nuestro corazón es a través de nuestras palabras.
Algunas mujeres pueden caer en la tentación de hablar de manera seductora, de tener conversaciones con hombres que no deberían tener, o aun de hacer y reírse de chistes que no deberían.
En relación a esto, la Palabra nos exhorta de la siguiente manera:  "No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan",Efesios 4:29.
Que nuestras palabras sirvan para edificar y no para seducir; que impartan gracia a quienes escuchan.

Tu manera de actuar

Muchas veces obviamos este aspecto, pero es importante que tengamos en cuenta que no solo podemos ser inmodestas con nuestra vestimenta y con nuestras palabras sino también con nuestras acciones y aun con nuestros gestos. No siempre necesitamos palabras para expresar aquello que deseamos o sentimos: nuestro comportamiento y aun nuestras miradas pueden expresar mucho más de lo que imaginamos.
Hace un tiempo estaba cerca de alguien que leía algo en una página de internet y el artículo tenía una fotografía de una mujer que estaba totalmente cubierta y su vestimenta no estaba ajustada, pero algo llamó mi atención... Esta mujer con una vestimenta totalmente decente tenía una mirada que pudiera haberse considerado provocativa. Su ropa no llamaba la atención de manera sensual, pero su rostro sí lo hacía.
Debemos procurar que nuestro comportamiento no envíe mensajes inapropiados y le sea de tropiezo a aquellos hombres que están a nuestro alrededor. Examina tu manera de actuar y sé honesta delante de Dios.

¿Entonces qué hago?

Como ya hemos mencionado anteriormente, sin lugar a dudas el origen de nuestra falta de modestia está en nuestros corazones, por lo que si somos confrontadas en cualquier área de este pecado el cambio en nosotras debe darse de adentro hacia afuera. Por lo tanto:
Confiesa tu pecado delante de Dios"Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad", 1 Juan 1:9. Lo primero que necesitamos hacer es ir a nuestro fiel y justo Dios en honestidad y arrepentimiento en busca de su perdón.
Llena tu mente continuamente de la Palabra de Dios. Tu entendimiento necesita ser renovado (Ro. 12:2) y la manera en la que esto puede pasar es a través de las Escrituras. "En mi corazón he atesorado Tu palabra, para no pecar contra Ti", Salmo 119:11.
- Identifica las formas específicas en las que este pecado está siendo manifestado en tu vida.
- Comprométete delante de Dios a hacer los cambios que sean necesarios."¡Cuán bienaventurados son los de camino perfecto, los que andan en la ley del SEÑOR!", Salmo 119:1.
Identifica a una mujer madura en la fe a la que puedas rendirle cuentas de esta área de pecado en tu vida"Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor pago por su trabajo. Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; Pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante", Eclesiastés 4:9.
Glorifica a Dios a través de la modestia de tu corazón. "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece", Filipenses 4:13.

martes, 5 de agosto de 2014

La Bendición de la Humildad por Jerry Bridges


Los dos rasgos del carácter cristiano que se enseñan con más frecuencia en el Nuevo Testamento son el amor y la humildad. El pasaje clásico sobre el amor es, por supuesto, 1 Corintios 13. El pasaje clásico sobre la humildad, aunque nunca usa la palabra, es Mateo 5:2–12, popularmente conocido como las Bienaventuranzas. Y así como 1 Corintios describe el amor, las Bienaventuranzas describen la humildad.
Jesús comienza Sus enseñanzas diciendo, “Bienaventurados los pobres de espíritu” (Mateo 5:3). Los pobres de espíritu son aquellos que han llegado al convencimiento de su pobreza espiritual. Ellos ven su pecaminosidad continua aun siendo creyentes. En contraste con el fariseo que con aires de superioridad al orar decía “Dios, te agradezco porque no soy como los demás hombres,” ellos se identifican con el recaudador de impuestos que gritó, “¡Dios, sé propicio a mí, pecador!” (Lucas 18:9–13). Acá es donde comienza la humildad, con un profundo sentido de nuestra continua pecaminosidad.
Jesús prosiguió, “Bienaventurados los que lloran” (Mateo 5:4). Esta segunda bienaventuranza sigue naturalmente a la primera. Quienes advierten su pecaminosidad continua se lamentan. Ellos anhelan ver más progresos en la erradicación de los pecados persistentes de sus vidas—incluso esos pecados “respetables” que con tanta frecuencia toleramos en nosotros mismos.
La tercera bienaventuranza, “Bienaventurados los mansos,” (v. 5), deriva de las dos primeras. La mansedumbre no es debilidad de carácter sino fuerza de carácter. Es la actitud de alguien que al darse cuenta de su propia pobreza espiritual reconoce que no merece nada de la mano de Dios o de sus semejantes. Él no se resiente ante las providencias adversas de Dios o los maltratos de otras personas. Él cree que Dios hará todas las cosas por su bien, por lo tanto deja su situación en manos de Dios.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” (v. 6). ¿Qué hace que los creyentes tengan hambre y sed de justicia? Es el reconocimiento creciente de su propia pecaminosidad continua, unido a la feliz comprensión de que sus pecados están cubiertos por la sangre de Cristo y que están ataviados con Su justicia. Ellos tienen el profundo deseo de ser en su experiencia como son en su posición frente a Dios. Anhelan cada vez más ser liberados de los patrones persistentes de pecado en sus vidas y ver más de los misericordiosos rasgos que la Biblia llama “el fruto del Espíritu.” La tensión entre lo que desean ser y lo que advierten que aún les falta para ello produce un estado continuo de humildad hacia Dios y las demás personas.
“Bienaventurados los misericordiosos” (v. 7). La misericordia en su forma más básica denota un sentido de lástima o compasión para quienes están en un cierto estado de miseria. Pero a veces es sinónimo de perdón, como cuando el recaudador de impuestos oró, “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18:13). Este es, sin duda, el sentido con que Jesús lo usó aquí. La mejor descripción de esta forma de compasión está en la parábola del siervo despiadado (Mateo 18:23–35). El señor tuvo lástima del siervo que le debía diez mil talentos y le perdonó tan tremenda deuda. Poco después el siervo encontró a un compañero que le debía cien denarios (una suma insignificante en relación con la que él debía) y se negó a perdonarlo. El señor, cuando escuchó lo ocurrido, dijo “¡Siervo malvado! Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” (v. 32–33).
Los misericordiosos, entonces, son aquellos que perciben cuánto han sido perdonados, y rápidamente perdonan a quienes pecan en contra de ellos. La misericordia comienza con la humildad, con un profundo sentido de la propia pobreza espiritual unido a una creciente comprensión de todo lo que Dios nos ha perdonado.
“Bienaventurados los puros de corazón” (Mateo 5:8). Ser puro de corazón es estar libre de deshonra en la propia esencia de nuestro ser. No significa perfección libre de pecado, sino que la vida de uno está caracterizada por el sincero deseo y el honesto esfuerzo de perseguir esa santidad sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).
“Bienaventurados los pacificadores” (Mateo 5:9). Un pacificador en primer lugar busca estar en paz con los demás. Como escribió Pablo, “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18). Esto significa que tomamos la iniciativa de hacer la paz aun cuando se nos ha ofendido. Sólo cuando tenemos esta actitud hacia nosotros mismos podemos tratar de ser pacificadores con otros.
La persona que intenta vivir esas siete bienaventuranzas por lo general se destaca en la sociedad. Uno podría pensar que la gente admira y aprecia a aquellos cuyas vidas están caracterizadas por esos rasgos. Pero también lo opuesto a menudo es verdadero. La sociedad no aprecia la humildad porque es demasiado contraria a sus valores. Como resultado puedes ser vilipendiado e incluso perseguido, pero al final serás bendecido porque “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).

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Traducción por María Clara Canzani
Fuente original: 


jueves, 5 de junio de 2014

¿Permite la Biblia a los Cristianos adorar en domingo?

¿Permite la Biblia a los Cristianos adorar en domingo?
En el Antiguo Testamento, Dios declaró: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el Séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.” (Ex 20:8-10). Era la costumbre de los Judíos reunirse en los días de reposo o Sabbat, dejar de trabajar y adorar a Dios. Jesús iba a la sinagoga los Sábados a enseñar (Mt 12:9; Jn 18:20) así como también lo hizo el apóstol Pablo (Hch 17:2; 18:4). Así que si en el Antiguo Testamento se ordena guardar los días de reposo y en el Nuevo Testamento vemos a los Judíos, a Jesús y a los apóstoles haciendo la misma cosa, entonces, ¿Por qué adoramos el Domingo?
Primero que todo, de los diez mandamientos enumerados en Éxodo 20:1-17, sólo nueve de estos fueron reformulados en el Nuevo Testamento: seis en Mateo 19:18-19: “Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús le dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Y en Romanos 13:9: “…No codiciarás,…” La adoración a Dios cubre en forma apropiada los tres primeros mandamientos. El único mandamiento que no fue reafirmado fue el relacionado al Sabbat o días de reposo. Más bien, Jesús dijo que Él es el Señor del Sabbat o Días de Reposo. (Mt 12:8).
En la creación, Dios descansó en el séptimo día, pero debido a que Dios es todopoderoso, Él no se  cansa, ni tampoco necesita tomar aliento y descansar; así que, ¿Por qué dicen las Escrituras que Él descansó? La razón es simple y Marcos 2:27 dice: “También les dijo: ‘El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.’” En otras palabras, Dios estableció el Sabbat o Días de Reposo para que Su pueblo descansara, no porque Él necesitara un descanso sino porque nosotros somos mortales y necesitamos descansar; en éste descanso, nuestros espíritus y cuerpos son renovados.
El sistema de Leyes del Antiguo Testamento requiere que se guarde el Sabbat o Días de Reposo como un todo del sistema moral, legal y sacrificial por el cual el pueblo Judío satisfacía los requisitos de Dios para la conducta, el gobierno y el perdón de pecados. El Sabbat o Días de Reposo fue parte de la Ley en ese sentido. Para poder “permanecer” en el favor de Dios, también se debía guardar el Sabbat, si éste no era guardado, la persona se encontraría entonces en pecado y debía ser castigada. (Lv 20:2; Nm 35:31; Dt 13:1-9; Ez 18:4; Ro 6:23).
Pero debido a la expiación de Jesús, ya no se nos pide que mantengamos la Ley como un medio para nuestra justificación ya que los requerimientos de la Ley fueron cumplidos en su totalidad por Cristo y en Cristo. Ahora, nosotros descansamos de la Ley y no tenemos “Sabbat” o “Días de Reposo” en forma permanente.
¿Somos libres para adorar el Domingo?
Dentro del Nuevo Testamento existe amplia evidencia de que el Séptimo Día o el Sabbat (o Días de Reposo) no es más un requisito.
“Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.” (Ro 14:5-6).
Vale la pena estudiar cuidadosamente toda la sección en Romanos 14:1-12. Las instrucciones aquí son la de que los individuos deben estar convencidos en sus propias mentes acerca de cual día ellos guardarán para el Señor. Si el Sabbat (o Días de Reposo) fue un requisito, entonces la elección no sería del hombre sino de Dios. Para mí, este versículo es suficiente para responder la pregunta más allá de toda duda. Aún más Colosenses 2:16-17 dice:
“Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.”
Note la secuencia de tiempo que se menciona en Colosenses 2:16-17. Un festival se celebra anualmente; una luna nueva es mensual; un Sabbat puede ser semanalmente o puede sucederse cualquier otro día de la semana. Así que si alguien lo está juzgando debido a que Usted adora en el séptimo día, ellos están equivocados. De igual manera, si Usted considera el Domingo sobre el Sábado (Ro 14:5-6), todo lo que necesita hacer es estar convencido en su propia mente de que está en lo correcto.
¿Hay alguna evidencia en el Nuevo Testamento de que los Cristianos se reunían el Domingo?
Hechos 20:7: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.”
El primer día de la semana es Domingo y en éste día las personas se reunían para adorar. En este pasaje, aunque no necesariamente, fácilmente podemos ver que la iglesia se reunía el Domingo. En esto, existen dos funciones importantes para la iglesia: el partimiento del pan (la comunión) y un mensaje (el de la predicación/enseñanza). Adicionalmente, Lucas incluyó tanto el sistema Romano como el Judío en la forma de contabilizar los días. El sistema Judío era desde la puesta del sol hasta la puesta del sol al día siguiente; pero Lucas también usa el sistema Romano: desde la medianoche hasta la medianoche del día siguiente: Lucas 11:5; Hechos 16:25; 20:7; 27:27. Este es un punto delicado que muestra el sistema Judío para el Sabbat el cual no era de uso exclusivo de Lucas.
Si el Sabbat era mandatorio, ¿por qué el uso del sistema no Judío?
“En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.” (1 Co 16:1-2).
Note aquí que Pablo está indicándole a las iglesias a reunirse el primer día de cada semana y colocar las ofrendas a un lado. Así, el tiempo en el que se instruye para que la iglesia se reúna es el Domingo, el primer día de la semana y éste era el día en que los Gálatas apartaban sus ofrendas para ser recogidas. ¿Es éste un día oficial para la adoración establecido por la iglesia? Usted decide. ¿Aplica hoy en día este versículo a los Cristianos? Definitivamente sí.
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, que decía: ‘Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el ultimo. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las sietes iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.” (Ap 1:10-11).
El Nuevo Diccionario de la Biblia con relación al termino ‘…el día del Señor…” en Ap 1:10 dice: “Esta es la primera ocurrencia existente en la literatura Cristiana de “te kuriake hemera”. La construcción del adjetivo sugiere que era una designación formal del día de adoración en la iglesia. Tal como esta aparece al principio del siglo 2º” (Ignacio, Epístola a los Magnesianos, 1. 67)
Hoy día y en muchas iglesias el termino “El Día del Señor” es usado para designar el Domingo, lo mismo que fue para la iglesia del 2º siglo.
Espero que la evidencia presentada aquí sea suficiente para mostrarle a Usted que la Biblia no requiere ni nos obliga a que adoremos el Sábado. Si cualquier cosa, tenemos la libertad para adorar el día  que queramos hacerlo (Ro 14:1-12) y nadie deberá juzgarnos con relación al día que guardemos. En Cristo, somos libres y ya no estamos bajo la Ley. (Ro 6:14).
Conclusión
Los Adventistas del Séptimo Día tienen todo el derecho para adorar el Sábado y deberían hacerlo si están convencidos de que lo que están haciendo está bien. Sin embargo, si a algún miembro de cualquier iglesia se le exige que adore el Sábado como señal de que es un “verdadero” Cristiano o para mostrar su “verdadera” redención, en esto, se equivocan, ya que de acuerdo a Romanos 14:1-12 somos libres.

Adicionalmente, los Judíos que habían rechazado a Jesús, continuaron guardando el Sábado. Pero fueron los Cristianos quienes celebraron la resurrección de Jesús el Domingo y fue debido a esto que probablemente fueron llamados a reunirse el primer día de la semana.

Fuente:
http://www.miapic.com/permite-la-biblia-a-los-cristianos-adorar-en-domingo