Los adolescentes podían percibir que los gritos y cantos se acercaban cada vez más. Uno de los adolescentes de mayor edad miró con nerviosismo a su amigo. “Los musulmanes se acercan. Es mejor que escondamos a los niños”, dijo él. Otros, siguiendo su ejemplo, ayudaron a los más chicos a encontrar un lugar donde esconderse en los edificios cercanos. Y luego se escondieron ellos mismos.
Era el mes de enero, y un gran grupo, la mayoría de ellos niñas y adolescentes cristianos, se habían reunido en un campamento bíblico en el Station Field Complex de la Universidad de Pattimura, en la isla de Ambón, indonesia. Cuando el campamento hubo acabado, los autos llegaron para llevar a los niños de regreso a sus hogares. Pero no había suficientes autos para tantos jóvenes.
Meckv Sainyakit y otros tres hombres cristianos, se habían marchado rumbo a la aldea de Wakal para ver si alquilaban transportación adicional para llevar al grupo restante de vuelta a sus hogares. Pero aún no habían regresado.
Lo que los chicos que esperaban por los autos no sabían era que los hombres habían sido atacados por una pandilla de musulmanes, quienes los sacaron del auto en que viajaban. Mecky y otro de los hombres fueron apuñalados hasta la muerte, y sus cuerpos quemados por la pandilla. Los otros dos hombres lograron escapar.
Poco tiempo después, la pandilla llegó a la Universidad. Lograron encontrar a muchos de los adolescentes y los forzaron a salir de su escondite.
A Roy Pontoh lo obligaron a pararse frente a la pandilla.
A Roy Pontoh lo obligaron a pararse frente a la pandilla.
— ¡Niega a Jesús, o te matamos! —le amenazaron.
Roy estaba terriblemente atemorizado. Y temblando respondió:
Roy estaba terriblemente atemorizado. Y temblando respondió:
—Soy un soldado de Cristo
Ante tal respuesta uno de los atacantes musulmanes hizo blandir una espada hacia su estómago. La espada golpeó la Biblia que Roy estaba sosteniendo, y la rasgó haciéndola caer de sus manos. El siguiente golpe le abrió el estómago a Roy. Su última palabra fue: “Jesús”.
La pandilla arrastró el cuerpo de Roy y lo echaron en una zanja. Cuatro días después del incidente su familia encontró el cadáver. A pesar de que están destruidos por el dolor, los padres de Roy sienten gran orgullo de su hijo, quien permaneció firme en su fe hasta el final.
Advertencias y estímulos
12:2–9 Mt 10:26–33
12 Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía. 2 No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. 3 Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas.
4 »A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más. 5 Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno. Sí, les aseguro que a él deben temerle. 6 ¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. 7 Así mismo sucede con ustedes: aun los cabellos de su cabeza están contados. No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.
8 »Les aseguro que a cualquiera que me reconozca delante de la gente, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios. 9 Pero al que me desconozca delante de la gente se le desconocerá delante de los ángeles de Dios. 10 Y todo el que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón.
11 »Cuando los hagan comparecer ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o de qué van a decir, 12 porque en ese momento el Espíritu Santo les enseñará lo que deben responder.»
12:2–9 Mt 10:26–33
12 Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía. 2 No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. 3 Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas.
4 »A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más. 5 Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno. Sí, les aseguro que a él deben temerle. 6 ¿No se venden cinco gorriones por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. 7 Así mismo sucede con ustedes: aun los cabellos de su cabeza están contados. No tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.
8 »Les aseguro que a cualquiera que me reconozca delante de la gente, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios. 9 Pero al que me desconozca delante de la gente se le desconocerá delante de los ángeles de Dios. 10 Y todo el que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón.
11 »Cuando los hagan comparecer ante las sinagogas, los gobernantes y las autoridades, no se preocupen de cómo van a defenderse o de qué van a decir, 12 porque en ese momento el Espíritu Santo les enseñará lo que deben responder.»
Lucas 12:1-12
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