Mateo 6:32-33

Mateo 6:32-33

viernes, 10 de abril de 2015

Susannah Spurgeon

"¡Lo que ha hecho Dios!" (Nm 23:23). Puedo ver, con demasiada evidencia, la fealdad y deformidad que el pecado ha obrado en mi naturaleza, y los estragos que ha causado entre todas las criaturas que Dios había formado para si mismo. Si no hubiera sido por el mortífero pecado, aun ahora llevaríamos la imagen de Dios. ¿Acaso suplica el lirio su blancura, o el árbol su precioso follaje, o el Sol su esplendor? No. Ellos son tal como Dios los hizo; han mantenido su primer estado; y siguen siendo muy buenos (Gn 1:12) Pero el hombre, pecador, ha caído, y aquel que fue creado a la imagen de Dios está manchado y desfigurado por la maldad de su interior.

¡Ah, querido Señor! Cuando tu nos haces ver nuestro malvado corazón, el horror nos abruma, y enseguida nos veríamos conducidos a la desesperación si Tú no volvieras nuestros ojos de inmediato hacia ese maravilloso monte Calvario, donde Aquel que es "todo el codiciable" (Cnt 5:16) hizo la gran expiación que nos llevo de regreso a Ti. Esa preciosa sangre, que nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7), nos restaura la belleza que el pecado nos ha decomisado; su magnifico color carmesí no solamente cubre nuestra desfiguración, sino que también la quita y nos confiere el encanto que el Señor mira con agrado. 

Oh alma mía, ¿no deseas sobre todas las cosas que esa hermosura de la santidad (Sal 29:2; 96:9) pueda ser tu glorioso vestido? Entonces debes mantenerte muy cerca del Maestro, cerrando la puerta de tu corazón a todo lo malvado, y abriéndola de par en par a la llegada de su Espíritu Santo, quien, al revelarte a Cristo, te hará semejante a Él.
-Susannah Spurgeon

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